viernes, 10 de abril de 2009

Hugo está leyendo...

También en Argentina las empresas extranjeras y sus múltiples ecos nativos sostienen siempre que el subsuelo contiene escaso petróleo, aunque las investigaciones de los técnicos de YPF, Yacimientos Petrolíferos Fiscales, han indicado con toda certidumbre que en cerca de la mitad del territorio nacional subyace el petróleo, y que también hay petróleo en la vasta plataforma submarina de la costa atlántica. Cada vez que se pone de moda hablar de la pobreza del subsuelo argentino, el gobierno firma una nueva concesión en beneficio de alguno de los miembros del cártel. La empresa estatal, YPF, ha sido víctima de un continuo y sistemático sabotaje, desde sus orígenes hasta la fecha […] Los acuerdos del cártel no han impedido que la Shell y la Standard disputaran el petróleo de este país por medios a veces violentos: hay una serie de elocuentes coincidencias en los golpes de Estado que se han sucedido todo a lo largo de los últimos cuarenta años. El Congreso argentino se disponía a votar la ley de nacionalización del petróleo, el 6 de septiembre de 1930, cuando el caudillo nacionalista Hipólito Yrigoyen fue derribado de la presidencia del país por el cuartelazo de José Félix Uriburu. El gobierno de Ramón Castillo cayó en junio de 1943, cuando tenía a la firma un convenio que promovía la extracción del petróleo por los capitales norteamericanos. En septiembre de 1955, Juan Domingo Perón marchó al exilio cuando el Congreso estaba por aprobar una concesión a la California Oil Co. Arturo Frondizi desencadenó varias y muy agudas crisis militares, en las tres armas, al anunciar el llamado a licitación que ofrecía todo el subsuelo del país a las empresas interesadas en extraer petróleo: en agosto de 1959, la licitación fue declarada desierta. Resucitó en seguida y, en octubre de 1960, quedó sin efecto. Frondizi realizó varias concesiones en beneficios de las empresas norteamericanas del cártel, y los intereses británicos […] no fueron ajenos a su caída en marzo de 1962. Arturo Illia anuló las concesiones y fue derribado en 1966; al año siguiente, Juan Carlos Onganía promulgó una ley de hidrocarburos que favorecía a los intereses norteamericanos en la pugna interna.

El párrafo anterior es un fragmento de Las venas abiertas de América Latina, el libro de Eduardo Galeano, publicado en 1971, que revisita la cruenta historia latinoamericana a lo largo de su historia, las subyugaciones que ha sufrido de parte de las potencias mundiales y de cómo un gobierno se vende al mejor postor. Cualquier coincidencia con la actualidad reclámensela a los sucesivos presidentes: María Estela Martínez de Perón, Jorge Videla, Roberto Viola, Leopoldo Galtieri, Reynaldo Bignone, Raúl Alfonsín, Carlos Menem, Fernando De La Rúa, Eduardo Duahlde, Néstor Kirchner y Cristina Fernández de Kirchner.

Lo que aún no entiendo, respecto de Las venas abiertas…, es cómo no se ha convertido en material obligatorio en los establecimientos secundarios de todos los países que corresponden el territorio estudiado por Galeano. O mejor dicho sí entiendo cuáles son las razones: las mismas que vienen aplicando los gobiernos en materia educativa, es decir, el vaciamiento de contenido de los planes educacionales.
Un pueblo dormido es mejor que uno despierto. Y, en ese estado adormecido reinante, los mandatarios siguen haciendo historia. Llenando sus arcas. Subyugando a sus dominados. Esparciendo la sangre de una Latinoamérica que sigue teniendo las venas abiertas.

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